Estas palabras son para ti, lector. Para ti empiezas a seguir este proyecto en el que pongo mi empeño y dedicación y que por ti seguiré quién sabe hasta cuando. Esta amalgama de ideas tiene pensado ser una saga extensa de aventuras de varios héroes en diferentes momentos.
Son 88 vistos los que ha tenido mi entrada anterior y va in crescendo y eso me llena de alegría. ¡Gracias a todos los que me leen!
Sin más preámbulo, la continuación de mi libro.
"... La ciudad quedaba a 5 horas del rancho de los padres de Aledan. Cruzaron una planicie verde, bajo la alborada y los picos del castillo de la ciudad principal de los humanos en el horizonte.
Aledan era un joven curioso, lleno de preguntas y dudas, por lo tanto Theal era el compañero perfecto. Había vivido por más de 130 años y sus vivencias parecían no tener fin. Era un elfo a mitad de vida. Una vez le contó a Aledan que el elfo más antiguo tiene 250 años y es el chamán de donde él proviene.
No era la primera vez que Aledan visitaba la ciudad así que no estaba emocionado por ir pero sentía curiosidad por conocer al príncipe de los elfos del que Theal tanto le había contado.
Llegaron a las 10 de la mañana a las puertas de la ciudad. Aledan se sorprendía cada vez que miraba hacia lo más alto de los muros y se preguntaba cómo habían edificado tales paredes.
A las afueras de las murallas había multitudes de vendedores de todo tipo, vendiendo todo lo que te puedas imaginar. Gente que aseguraba adivinar tu futuro, otra que vendía agua del Lago Namínt, declarando que te cura y hasta rejuvenece.
- Ten, volveré en 20 minutos, no te metas en problemas.- Le
dijo Theal al chiquillo que estaba recostado sobre las botellas de leche
mientras le entregaba una moneda de 20 Eales.- Ya sabes el papeleo que hay que
hacer para entrar en la ciudad.
- Está bien, Theal. Iré a que me adivinen el futuro.
- Haz lo que quieras pero no te vayas muy lejos y recuerda que esa gente sólo miente.- Regañó el elfo al pequeño.
Aledan a pesar de ser curioso también era algo terco y no le gustaba que le dijeran qué hacer. A regaña dientes caminó cerca de donde estaba hace un momento la carreta. Pasando entre todos los comerciantes, una vieja elfo que tenía frente a ella un juego de huesos negros, le llama con la mano y Aledan trata de ignorarla porque tenía un aspecto inquietante. Era la primera vez que el pequeño veía a un elfo con apariencia de anciano.
- Chico, acércate. Te contaré algo de tu hermana.
Aledan se queda parado en el sitio porque, de hecho sí tenía una hermana pero pensó que seguro no lo sabía y sólo acertó por suerte.
- Hay un aura oscura viniendo de ti, tendrás desdichas, una tras de otra.- murmuraba la arrugada elfo mientras miraba los despojos ennegrecidos, pero parecía que le gritase sólo a él y sintió que todo lo demás desapareció.- No te quitaré tu monedita, pequeño.
Aledan se acercó porque no tenía nada que perder y su hermanita lo era todo para él. Sus padres, cuando él tenía 4 años, tuvieron dos bebés y uno murió en el parto. Natasha, como bautizaron a la niña, sobrevivió pero siempre fue muy enfermiza y estuvo débil hasta los 6 años donde mejoró. Sus padres le encomendaron cuidar de su hermanita porque él siempre fue muy independiente y él mismo sabía que debía hacerlo porque su hermana lo necesitaba.
- Está bien, Theal. Iré a que me adivinen el futuro.
- Haz lo que quieras pero no te vayas muy lejos y recuerda que esa gente sólo miente.- Regañó el elfo al pequeño.
Aledan a pesar de ser curioso también era algo terco y no le gustaba que le dijeran qué hacer. A regaña dientes caminó cerca de donde estaba hace un momento la carreta. Pasando entre todos los comerciantes, una vieja elfo que tenía frente a ella un juego de huesos negros, le llama con la mano y Aledan trata de ignorarla porque tenía un aspecto inquietante. Era la primera vez que el pequeño veía a un elfo con apariencia de anciano.
- Chico, acércate. Te contaré algo de tu hermana.
Aledan se queda parado en el sitio porque, de hecho sí tenía una hermana pero pensó que seguro no lo sabía y sólo acertó por suerte.
- Hay un aura oscura viniendo de ti, tendrás desdichas, una tras de otra.- murmuraba la arrugada elfo mientras miraba los despojos ennegrecidos, pero parecía que le gritase sólo a él y sintió que todo lo demás desapareció.- No te quitaré tu monedita, pequeño.
Aledan se acercó porque no tenía nada que perder y su hermanita lo era todo para él. Sus padres, cuando él tenía 4 años, tuvieron dos bebés y uno murió en el parto. Natasha, como bautizaron a la niña, sobrevivió pero siempre fue muy enfermiza y estuvo débil hasta los 6 años donde mejoró. Sus padres le encomendaron cuidar de su hermanita porque él siempre fue muy independiente y él mismo sabía que debía hacerlo porque su hermana lo necesitaba.
La anciana se inclinó y mirándole a los ojos le dijo – Ah…
sí… horrores contemplarás en tu vida… perderás todo aquello que una vez
quisiste pero tendrás grandeza… La sangre de tu sangre hará surgir una estirpe
que arrasará las tierras fértiles de aquellos que una vez le hicieron daño. No
habrá fuerza capaz de detenerle y sólo tu mano empuñando un arma de doble filo
podrá cesar el ataque.- Aledan no entendía nada pero igual le acojonaba un
poco.- Chico… la muerte vivirá cerca de ti y cuando te escoja a ti como su
compañero de baile, no habrá escapatoria. Tu verdugo será…- En ese momento
Theal tira del brazo al joven Aledan y a este casi se le sale el hombro. Con un
gesto de disgusto mira a la puntiaguda nariz de la mujer y le grita que no se
meta con los niños o él mismo acabaría con sus días. Se voltea hacia Aledan y
se acerca y lo apunta con su dedo- En cuanto a ti, no te acerques a esta pila
de trúhanes y mentirosos que sólo quieren tu dinero y quién sabe qué más.- Era
la primera vez que Aledan lo veía tan molesto. Theal echó una última mirada
asesina a la vieja y emprendió su camino.
Caminando entre la multitud de comerciantes, iban hablando Aledan y el elfo.- Bien, ya tramité esos papeles y podamos vender nuestra mercancía y comprar comida para los cerdos, vacas y gallinas. Y con cerdos no me refería a tu padre.- dijo con un tono burlón y Aledan sonrió. El elfo era bastante cómico y siempre se burlaba del padre de Aledan que era muy buen amigo de él.- Además compraremos tu regalo y buscaremos al Príncipe Teriel para que lo conozcas. Un elfo fantástico y con muchísimos dones. Todo lo que pienses, él lo hace ya.
Entraron encima de la carreta a la ciudad y fueron hacia la plaza principal donde estaban los mercaderes. Theal se puso a negociar y vendió todo en un santiamén. Era muy buen negociante y siempre salía ganando en los tratos.
- Bien, con esto compraremos la comida de los animales y tu regalo. Escuché que habrá una batalla hoy en el coliseo. No sé muy bien quiénes pelearán pero si nos da tiempo nos acercaremos por ahí.- le comentó el elfo a Aledan.
Caminando entre la multitud de comerciantes, iban hablando Aledan y el elfo.- Bien, ya tramité esos papeles y podamos vender nuestra mercancía y comprar comida para los cerdos, vacas y gallinas. Y con cerdos no me refería a tu padre.- dijo con un tono burlón y Aledan sonrió. El elfo era bastante cómico y siempre se burlaba del padre de Aledan que era muy buen amigo de él.- Además compraremos tu regalo y buscaremos al Príncipe Teriel para que lo conozcas. Un elfo fantástico y con muchísimos dones. Todo lo que pienses, él lo hace ya.
Entraron encima de la carreta a la ciudad y fueron hacia la plaza principal donde estaban los mercaderes. Theal se puso a negociar y vendió todo en un santiamén. Era muy buen negociante y siempre salía ganando en los tratos.
- Bien, con esto compraremos la comida de los animales y tu regalo. Escuché que habrá una batalla hoy en el coliseo. No sé muy bien quiénes pelearán pero si nos da tiempo nos acercaremos por ahí.- le comentó el elfo a Aledan.
Fueron hacia la parte este de la ciudad donde vendían las
cosas de ganadería. Encontrabas de todo para tu granja en ese lugar. Desde
pollos, gallinas y vacas hasta el tipo de comida que necesitaras. Theal compró
algunas verduras apunto de descomponerse y mucho heno y regresaron al centro de
la ciudad.
- Aledan, ¿podrías hacerme un favor? Necesito que vayas al coliseo y compres dos entradas y averigües quiénes competirán y porqué.- El labrador de las tierras del padre de Aledan sólo quería que el muchacho se apartara de él un momento para poder comprar el presente para la celebración de el joven. Aledan no era tonto, también lo sabía pero se hizo el desentendido para que Theal le sorprendiera. Sin hacer preguntas partió hacia el sureste de la ciudad y caminó unas 6 cuadras para conseguir los boletos.
La ciudad siempre había sido ajetreada, llena de gente caminando de acá para allá haciendo un montón de cosas. Los carruajes de señores y puestos de un sinfín de objetos adornaban las vías de Bandarnu.
No era la primera vez que el chiquillo asistía a un evento en el Coliseo “Ethan Redstone”, en honor al primer rey de los humanos. Había una fila inmensa para adquirir un boleto y el muchacho lo pensó. Le pareció extraño que tanta gente quisiera ver una pelea y preguntó a un señor que estaba frente a él: - ¿Por qué hay tanto alboroto por una pelea, señor?- El señor voltea y baja la mirada y le sonríe al pequeño - ¿Es que acaso no lo sabes? ¡Va a luchar el príncipe de los elfos!- Los ojos de Aledan se abren como dos platos y no pudo ocultar su expresión de asombro. Pensó si quedarse en la cola o ir corriendo a decirle a Theal. El elfo le había dado más de la cuenta, previendo que costara más las entradas al evento. Un señor, vestido con harapos desgastados vendía 2 entradas a un precio más elevado que las que vendían en la taquilla del estadio y Aledan sabía que si no las compraba y no veían el combate, Theal se molestaría muchísimo así que fue con el sujeto y le compró el par. Sintiéndose estafado, el primogénito de la familia Woodgate, caminó hacia la plaza de nuevo en busca de su compañero, buscándole por cada bazar que se le cruzaba hasta que por fin dio con él en una tienda que vendía joyería.
-¡Theal! No me vas a creer lo que acabo de enterarme.-
El alto elfo volteó y se escondió algo que sujetaba en sus manos tras de sí mismo y actuó nervioso.- A ver, chico, ¿qué cosa es?.-
Aledan lo miró frunciendo el ceño y continuó.- La pelea será del príncipe Elfo, ¡de Teriel!.-
Los ojos de Theal se iluminaron como dos antorchas y le dijo al chico que no podían perderse la batalla por nada y que vería al mejor duelista de toda la historia. Se guardó el objeto que escondía en una bolsa y caminaron hacia el “Ethan Redstone” para ver la batalla del primogénito del Rey de los elfos.
Entraron al campo y tomaron asiento. El sitio estaba a reventar pero lograron sentarse en un buen sitio para observar bien el combate.
El sonido de unas trompetas se eleva por encima del bullicio y todo el mundo se acalla ante ello. Dos trompetistas tocaron sus instrumentos para dar entrada al Gobernante de la ciudad. El Rey legítimo, Enmanuel Redstone, descendiente del primer regente en ocupar el trono de Bandarnu, entró en escena vestido con una túnica color rojo carmesí, con hilos dorados en los botones y mangas, su corona y un cetro con un cardenal de alas abiertas en el pomo. Hizo ademán con sus manos para saludar a la multitud y comenzó su discurso. Era un hombre rechoncho pero bastante alto. Aledan lo percibió enorme. Tenía cabellos de un negro azabache cortos y ojos azul oscuro, su tez era morena clara y no poseía ningún vello facial salvo por sus cejas y pestañas. Era un rey querido ya que ayudaba a las personas con pocos recursos y extendió el comercio hacia el norte, donde estaban ubicadas varias comarcas que eran independientes. Su voz era bastante profunda y exclamó ante el gentío su alegato.
- Ciudadanos de Bandarnu, sean bienvenidos a esta disputa. Hoy, no es un día cualquiera. No es una batalla común entre dos combatientes. No no no. Hoy, tenemos un noble. Contemplarán al señor de los elfos que acudió a mí con una proposición. Él se batirá en duelo con mi mejor guerrero y si gana yo cederé a su demanda. Verán la capacidad del mejor combatiente de los elfos contra nuestro defensor. Una batalla de titanes. El príncipe Teriel se enfrentará a Bernard “el gigante” en un combate a muerte.- En ese momento la aglomeración de personas enloqueció pero Aledan pudo sentir como los músculos de Theal se tensaban y tragaba saliva.- Demosle la bienvenida a su alteza, el príncipe Teriel.- Entró por un portón de acero un elfo de unos 6 pies de alto, con cabellos dorados como el sol que caían hasta su cintura con una cola de caballo, ojos verdes esmeralda y con un físico envidiable. Vestía un pecho de cuero marrón, unos pantalones a juego del mismo material y un cinturón negro con una hebilla de plata con un ciervo enmarcado. Lo cubría una capa verde oscura con un broche de bronce que cerraba el cuello. Llevaba guantes que combinaban con su atuendo y un collar que a duras penas se veía pero se notaba que era la mitad de un animal. Se paró en mitad de la arena y volteó a ver a la multitud. Theal le grita algo en élfico y Aledan no entiende una palabra y le dice al chico que le da ánimos pero que no los necesita porque es un guerrero formidable y diestro en todas las armas. Y lo era, pero su afinidad era el arco. Era letal con esa arma. Se le conocía en sus tierras como Teriel “Disparo mortífero”.
-Y su oponente será…- Continuó el rey Enmanuel.- Bernard “El gigante”.- Atravesó la verja contraria un hombre robusto, de unos 6 pies y medio de altura, vistiendo una armadura con un Cardenal en rubíes en el pecho y llevaba su casco en su mano. Su cabeza estaba rapada y tenía barba de color negro. Lo que más llamaba la atención era una cicatriz en su nariz que se extendía horizontalmente hasta sus mejillas.- Os dejaré elegir sus armas.- Finalizó el monarca.
El príncipe eligió dos espadas Gladius. Theal le explicó a Aledan que su fuerte era el arco pero en una batalla uno contra uno de cuerpo a cuerpo sería riesgoso usarla y por eso la decisión del alto elfo. El enviado del rey se decantó por una Spatha y un escudo de una mano.
- Bien, que el mejor duelista gane.- dijo mientras tomaba su lugar en el palco real el Rey de Bandarnu.
El elfo dio dos pasos hacia atrás y extendió sus brazos y los cruzó delante suya. Las espadas formaron una cruz a la altura de su estómago y se posó en posición de combate. Al fornido Bernard se le pudo observar debajo del yelmo una mueca de burla y se abalanzó sobre el príncipe Teriel lanzando un golpe con su escudo que esquivó con facilidad el elfo con una voltereta hacia atrás.- Su majestad es bastante ágil, pero letal como una serpiente.- dijo para sí mismo Theal pero que escuchó con claridad Aledan. El caballero real Bernard prosiguió con la andanada de ataques con su Spatha que esquivaba repetidamente Teriel que no contraatacaba. El gigante lanzó una estocada y con un giro sobre sí mismo, Teriel, logró asestar un golpe al costado del general de la armada del soberano de las tierras de Wadraen. Este se resintió del impacto que le hizo una herida profunda y tambaleó y se apoyó en su Spatha. Teriel aprovechó para cortarle el brazo que sostenía el escudo y Bernard soltó un grito de dolor. Ya parecía que la victoria era inminente para Teriel. Todo el coliseo enmudeció y Teriel, quien había abatido al rival, estaba a punto de dar el toque mortal cuando miró un pequeño charco de sangre de su enemigo y perdió la concentración. Aledan vio como caía derribado de un golpe y la Spatha de Bernard se clavaba en el antebrazo izquierdo del príncipe. Sacó como un relámpago la Spatha del antebrazo de Teriel y cuando estaba por asestar el golpe final, el Rey Enmanuel exclamó.- ¡PARAD! Suficiente, Bernard. Has ganado. Auxiliar al príncipe Teriel, la batalla principal ha terminado.- La gente enloqueció y Aledan volteó a ver a su amigo y vio como sus ojos parecían perdidos en la inmensidad. Sabía que Theal no se lo podía creer, que estaba anonadado.- Ven, Theal, se hará tarde y padre se molestará.- el elfo, que miraba como se levantaba herido su príncipe de la arena de combate, reaccionó y asintió con la cabeza al jovencito.
No cruzaron palabras de camino hasta la granja de los Woodgate hasta que llegando, cruzando un pequeño puentecito que se sobreponía a un riachuelo, Aledan le pone una mano en el hombro al elfo que llevaba las riendas del carruaje y le dice.- Venga, Aledan, no estés así. Sé que el príncipe Teriel es un luchador fantástico y lo demostró en combate. Algo debió pasarle, no sé, arena en los ojos o algo.- Pero Theal sabía que no fue eso. Algo debió pasar, algo debió ocurrirle al príncipe para que se distrajese de tal manera.
Pasaron dos días y era el cuarto día del nuevo ciclo del calendario, el cumpleaños de Aledan. Teriel aún estaba algo descompuesto pero se le veía algo mejor. Amaneció ese día y la hermana menor de Aledan, una niñita de 8 años con una cabellera negra larga hasta su cintura, de ojos café oscuro y una rozagante sonrisa, del mismo color en su tez que Aledan, le salta encima dejándolo sin aliento.- ¡DESPIERTA, HERMANO! ¡YA ES TU CUMPLEAÑOS!.- grita emocionada la niña que se levanta encima de él y le da la espalda, dejando ver su lunar que cubría casi toda su espalda, y busca en una bolsa algo. Aledan se trata de reincorporar del golpe de su hermana y tomando aire se quita las lagañas y la observa. Ella saca un pequeño collar hecho con trapitos viejos y un dije que simulaba ser algo que no era.- Ten, esto es para ti. Hice esto usando mi vestido favorito que ya no me queda e hice ese dije con arcilla élfica que me regaló Theal. Es un perro y yo también tengo uno, ¿ves?, simboliza que somos de la misma cuna y nos protegeremos siempre.- dijo la chiquilla pero no era muy coherente lo que mencionó pero a Aledan le daba igual, era un detallazo lo que hizo su hermana.- ¡Gracias, Natasha! Me lo pondré ahora mismo y jamás me lo quitaré.- Y bajaron a desayunar con su familia.
En la cocina estaban sus padres y Theal, sentado bebiendo un vaso de cerveza de maíz. Su padre era un hombre alto, de barba poblada y cabello corto, con cejas bastante habitadas y con brazos bastantes gruesos de tanto arar la tierra. Su nombre era Alednor Woodgate. El señor estaba sentado a la diestra de Theal, conversando mientras devoraba una hogaza de pan. Discutían de aumentar sus ventas en otras comarcas pero al ver a los muchachos bajando las escaleras se detuvieron.- ¡Ey! Pero si es mi muchacho que cumple doce ciclos de vida. Eres ya todo un hombre. Ven, siéntate alado de tu padre a comer un gran festín. Nathalia, sírvele al futuro hombre de la casa su comida favorita.- En la estufa, una mujer de cabello negro y largo, como el de Natasha, hacía un estofado de cerdo y patatas. La mujer no era tan alta como su marido y para nada fornida. Era voluptuosa, Diké fue generoso con ella al concebirle atributos y su rostro le daba calma a Aledan. Ojos oscuros como los de él que penetraban el alma si te miraba directo a tus ojos.- Ya va a estar el estofado, Ale.- Le dijo la mujer con su dulce voz.- Hoy es tu día, mi niño. Felicidades. Te amo muchísimo, nene.- le dijo mientras le daba un beso en la frente, le sujetó la barbilla y lo miró directo a los ojos.- No lo olvides jamás. Eres nuestro orgullo.- le dijo casi susurrándole.- Y tu hermana también.- exclamó mientras subía su tono de voz.
Pasaron unas dos horas hablando y bromeando con Aledan y ya era medio día. Como era costumbre, se llevaba al cumpleañero a un lago cercano a la finca de la familia y pasaban el día ahí.
- Ven aquí, chico. Tengo algo que darte.- se dirigió Theal al pequeño que estaba jugando en la orilla del lago con su hermanita. Caminaron hacia debajo de un roble que había cerca y Theal sacó una manta que cubría algo.- Este es tu regalo, lo compré el día que fuimos a la Metrópolis. Lo mandé a hacer varios días atrás y hace dos días estuvo listo. Espero te guste. No se lo muestres a tu padre en un tiempo porque me mataría jaja.- El paquete era la mitad de Aledan y bastante pesada. Era un envoltorio de lino beige bastante grueso. Aledan lo colocó en el suelo y lo abrió. Ante sus ojos se descubrió una vaina de color azul oscuro con unos símbolos que Aledan reconocía como letras élficas en dorado. Notó que la vaina era de acero en cuanto la tocó. Era una espada de una mano pero un poco más pequeña de lo normal, acorde para que Aledan la blandiera a dos manos. Lo que llamó más la atención del pequeño fue el pomo de la espada que era un azulejo por la forma de la cabeza y los detalles en zafiros. La empuñadora de la espada estaba forrada en cuero negro.- Lo que dice en élfico es “El amor nos dará un motivo”.- le dijo Theal al pequeño que observaba la espada detenidamente.- Vamos, desenváinala.- Y el chico sujetó el mango y la sacó de su estuche. La hoja de la espada era de un tipo de metal que jamás había visto, de un tono verdoso y parecía emanar luz de la misma. En el regazo de la hoja estaba algo grabado en élfico y el muchacho le preguntó a su amigo qué significaba.- “La valentía nos mantendrá vivos” y en el tercio medio está grabado “Y el coraje nos hará fuertes”. Ahora, guárdala y yo la llevaré de vuelta a la casa a escondidas de tu padre y te la daré allá.-
Transcurrió el día y al atardecer sus padres le dieron el último regalo.- Bien, ya estás bastante grande y me he percatado que nos observas cuando montamos a caballo así que te quiero dar el potrillo que nacerá en los próximos días. Será tuyo pero tú deberás atenderlo.- le dijo con firmeza su padre. Aledan estaba demasiado feliz como para poner algún pero, le habían regalado tres cosas geniales y muy significativas desde ese momento para él.- Ya deberíamos volver, está anocheciendo y hay que hacer la cena, ¿verdad, Natasha?.- Le dijo Nathalia a su hija que estaba acostada en su regazo y apenas abrió los ojos para asentir.
Partieron en la carreta tirada por las dos mulas y miraban el ocaso y el cielo se empezaba a cubrir del mar de estrellas que adornaban el firmamento.- Theal, ¿crees que los dioses nos observan?.- Preguntó Aledan al elfo que estaba sentado a su lado con el atadijo en sus manos.- Estoy seguro que sí, Aledan. Ellos siempre miran. Physea siempre nos cuida. ¿Ves cada una de las estrellas en el cielo? Todas son ojos de nuestra madre…
Llegaron a la hacienda y cenaron como siempre lo hacían. Los niños subieron a sus habitaciones y Theal le pasó la espada por la ventana y el niño la guardó alado de su cama, en un cofre que su padre le dio para que guardara sus cosas privadas. Apagaron las velas y Natasha y Aledan cerraron los ojos.
- ¡Despierta! ¡Despierta te digo!.- El muchacho abrió los ojos y vio a Theal agitado, cubierto de lodo.- ¿Qué pasa?.- Le respondió somnoliento el joven.- Nos atacan. Coge tus cosas y sígueme.- Se apartó un poco el elfo y vio a su madre con su hermanita que estaba sollozando, la cargó en brazos y bajaron deprisa. Él sólo tomó la espada que le dio Theal y la cargó consigo a la cocina.- ¿Qué hacemos ahora? No se van a detener por nada y no podemos combatir con ellos, son muchísimos.- dijo llorando Nathalia que ni por eso dejaba de ser hermosa.- No lo sé, Nathalia. Debemos esconder a los niños, es lo primordial. Theal, lleva a Aledan al establo y escóndelo. Ahí sólo hay espacio para uno. Nathalia, lleva a la niña al corral de los cerdos, allí cabrá.- El joven sabía que existían dos escondites en la finca. ¿Pero qué pasaría con los demás?.- Theal, luego de llevar a Aledan al establo súbete al techo, seguro no te buscarán allí. Yo me encargaré de todo. Nathalia, tú vete, corre hacia la ciudad mientras yo los distraigo. Sé que eres rápida.- Y no se equivocaba. La mujer era bastante ágil.- No, prometí ante Diké que estaría contigo hasta el final y si es este el final, que nos lleve a los dos.- El hombre jamás había contradicho a su mujer porque ella siempre tenía razón. Era el cerebro de la relación y él los músculos.- Theal, ve.-
Corrieron hacia el establo. Aledan vio a la distancia fuego que iluminaba el horizonte y sabía que algo estaba mal.
Theal abrió una compuerta en el piso del cobertizo. La trampilla era bastante gruesa pero con rejillas para que entrase el aire. Le dijo al chico que se metiera allí y no saliera por nada del mundo. Cerró la trampilla y para evitar que el chico hiciera algo estúpido le puso una carreta encima. Subió al techo del cobertizo y sólo observó las estrellas. Los minutos parecían horas allí dentro. Sintió pisadas acercándose. Sólo pedía a Diké que fuesen las de sus padres para decirle que todo estaba bien, pero en el fondo sabía que no. Lloraba en silencio mientras escuchaba gritos en un idioma que desconocía. Las voces se escuchaban cada vez más cerca hasta que se situaron encima de él. Discutieron un momento pero partieron enseguida. Los diez segundos más largos en la vida de Aledan. Pasaron dos minutos y escuchó un grito desgarrador.
- ¡NOOOOOOOOOOOO!.- Era la voz de su madre. Intentó con todas sus fuerzas abrir la compuerta pero no tuvo éxito y comenzó a gritar y llorar pero nadie lo escucharía. Así pasó quince minutos hasta que se cansó y sólo lloraba en silencio.
Sintió como la trampilla se abría y vio a Theal. Sus ojos estaban húmedos y se notaba la tristeza de su alma. Jaló al chiquillo de los brazos y lo incorporó en sí.- Ven, chico. Debemos irnos.- Le dijo con voz quebrada mientras se giraba hacia el portón del cobertizo.- No tenemos mucho tiempo y no sé si regresarán.-
- ¿Quiénes volverán? ¿Qué pasó? ¿Dónde está mi mamá, mi papá y mi hermanita?.- enlistó la serie de preguntas Aledan nerviosamente y ansioso por una respuesta.
Theal tomó aliento y miro hacia afuera del cobertizo. Caminó unos pasos hasta estar apenas afuera del establo, se giró y miró a Aledan a los ojos.- Tus padres… han sido asesinados.-"
Espero que hayas disfrutado de mi historia y si algo te agradó o no, déjamelo saber en la caja de comentarios. ¡Hasta la próxima historia!
- Aledan, ¿podrías hacerme un favor? Necesito que vayas al coliseo y compres dos entradas y averigües quiénes competirán y porqué.- El labrador de las tierras del padre de Aledan sólo quería que el muchacho se apartara de él un momento para poder comprar el presente para la celebración de el joven. Aledan no era tonto, también lo sabía pero se hizo el desentendido para que Theal le sorprendiera. Sin hacer preguntas partió hacia el sureste de la ciudad y caminó unas 6 cuadras para conseguir los boletos.
La ciudad siempre había sido ajetreada, llena de gente caminando de acá para allá haciendo un montón de cosas. Los carruajes de señores y puestos de un sinfín de objetos adornaban las vías de Bandarnu.
No era la primera vez que el chiquillo asistía a un evento en el Coliseo “Ethan Redstone”, en honor al primer rey de los humanos. Había una fila inmensa para adquirir un boleto y el muchacho lo pensó. Le pareció extraño que tanta gente quisiera ver una pelea y preguntó a un señor que estaba frente a él: - ¿Por qué hay tanto alboroto por una pelea, señor?- El señor voltea y baja la mirada y le sonríe al pequeño - ¿Es que acaso no lo sabes? ¡Va a luchar el príncipe de los elfos!- Los ojos de Aledan se abren como dos platos y no pudo ocultar su expresión de asombro. Pensó si quedarse en la cola o ir corriendo a decirle a Theal. El elfo le había dado más de la cuenta, previendo que costara más las entradas al evento. Un señor, vestido con harapos desgastados vendía 2 entradas a un precio más elevado que las que vendían en la taquilla del estadio y Aledan sabía que si no las compraba y no veían el combate, Theal se molestaría muchísimo así que fue con el sujeto y le compró el par. Sintiéndose estafado, el primogénito de la familia Woodgate, caminó hacia la plaza de nuevo en busca de su compañero, buscándole por cada bazar que se le cruzaba hasta que por fin dio con él en una tienda que vendía joyería.
-¡Theal! No me vas a creer lo que acabo de enterarme.-
El alto elfo volteó y se escondió algo que sujetaba en sus manos tras de sí mismo y actuó nervioso.- A ver, chico, ¿qué cosa es?.-
Aledan lo miró frunciendo el ceño y continuó.- La pelea será del príncipe Elfo, ¡de Teriel!.-
Los ojos de Theal se iluminaron como dos antorchas y le dijo al chico que no podían perderse la batalla por nada y que vería al mejor duelista de toda la historia. Se guardó el objeto que escondía en una bolsa y caminaron hacia el “Ethan Redstone” para ver la batalla del primogénito del Rey de los elfos.
Entraron al campo y tomaron asiento. El sitio estaba a reventar pero lograron sentarse en un buen sitio para observar bien el combate.
El sonido de unas trompetas se eleva por encima del bullicio y todo el mundo se acalla ante ello. Dos trompetistas tocaron sus instrumentos para dar entrada al Gobernante de la ciudad. El Rey legítimo, Enmanuel Redstone, descendiente del primer regente en ocupar el trono de Bandarnu, entró en escena vestido con una túnica color rojo carmesí, con hilos dorados en los botones y mangas, su corona y un cetro con un cardenal de alas abiertas en el pomo. Hizo ademán con sus manos para saludar a la multitud y comenzó su discurso. Era un hombre rechoncho pero bastante alto. Aledan lo percibió enorme. Tenía cabellos de un negro azabache cortos y ojos azul oscuro, su tez era morena clara y no poseía ningún vello facial salvo por sus cejas y pestañas. Era un rey querido ya que ayudaba a las personas con pocos recursos y extendió el comercio hacia el norte, donde estaban ubicadas varias comarcas que eran independientes. Su voz era bastante profunda y exclamó ante el gentío su alegato.
- Ciudadanos de Bandarnu, sean bienvenidos a esta disputa. Hoy, no es un día cualquiera. No es una batalla común entre dos combatientes. No no no. Hoy, tenemos un noble. Contemplarán al señor de los elfos que acudió a mí con una proposición. Él se batirá en duelo con mi mejor guerrero y si gana yo cederé a su demanda. Verán la capacidad del mejor combatiente de los elfos contra nuestro defensor. Una batalla de titanes. El príncipe Teriel se enfrentará a Bernard “el gigante” en un combate a muerte.- En ese momento la aglomeración de personas enloqueció pero Aledan pudo sentir como los músculos de Theal se tensaban y tragaba saliva.- Demosle la bienvenida a su alteza, el príncipe Teriel.- Entró por un portón de acero un elfo de unos 6 pies de alto, con cabellos dorados como el sol que caían hasta su cintura con una cola de caballo, ojos verdes esmeralda y con un físico envidiable. Vestía un pecho de cuero marrón, unos pantalones a juego del mismo material y un cinturón negro con una hebilla de plata con un ciervo enmarcado. Lo cubría una capa verde oscura con un broche de bronce que cerraba el cuello. Llevaba guantes que combinaban con su atuendo y un collar que a duras penas se veía pero se notaba que era la mitad de un animal. Se paró en mitad de la arena y volteó a ver a la multitud. Theal le grita algo en élfico y Aledan no entiende una palabra y le dice al chico que le da ánimos pero que no los necesita porque es un guerrero formidable y diestro en todas las armas. Y lo era, pero su afinidad era el arco. Era letal con esa arma. Se le conocía en sus tierras como Teriel “Disparo mortífero”.
-Y su oponente será…- Continuó el rey Enmanuel.- Bernard “El gigante”.- Atravesó la verja contraria un hombre robusto, de unos 6 pies y medio de altura, vistiendo una armadura con un Cardenal en rubíes en el pecho y llevaba su casco en su mano. Su cabeza estaba rapada y tenía barba de color negro. Lo que más llamaba la atención era una cicatriz en su nariz que se extendía horizontalmente hasta sus mejillas.- Os dejaré elegir sus armas.- Finalizó el monarca.
El príncipe eligió dos espadas Gladius. Theal le explicó a Aledan que su fuerte era el arco pero en una batalla uno contra uno de cuerpo a cuerpo sería riesgoso usarla y por eso la decisión del alto elfo. El enviado del rey se decantó por una Spatha y un escudo de una mano.
- Bien, que el mejor duelista gane.- dijo mientras tomaba su lugar en el palco real el Rey de Bandarnu.
El elfo dio dos pasos hacia atrás y extendió sus brazos y los cruzó delante suya. Las espadas formaron una cruz a la altura de su estómago y se posó en posición de combate. Al fornido Bernard se le pudo observar debajo del yelmo una mueca de burla y se abalanzó sobre el príncipe Teriel lanzando un golpe con su escudo que esquivó con facilidad el elfo con una voltereta hacia atrás.- Su majestad es bastante ágil, pero letal como una serpiente.- dijo para sí mismo Theal pero que escuchó con claridad Aledan. El caballero real Bernard prosiguió con la andanada de ataques con su Spatha que esquivaba repetidamente Teriel que no contraatacaba. El gigante lanzó una estocada y con un giro sobre sí mismo, Teriel, logró asestar un golpe al costado del general de la armada del soberano de las tierras de Wadraen. Este se resintió del impacto que le hizo una herida profunda y tambaleó y se apoyó en su Spatha. Teriel aprovechó para cortarle el brazo que sostenía el escudo y Bernard soltó un grito de dolor. Ya parecía que la victoria era inminente para Teriel. Todo el coliseo enmudeció y Teriel, quien había abatido al rival, estaba a punto de dar el toque mortal cuando miró un pequeño charco de sangre de su enemigo y perdió la concentración. Aledan vio como caía derribado de un golpe y la Spatha de Bernard se clavaba en el antebrazo izquierdo del príncipe. Sacó como un relámpago la Spatha del antebrazo de Teriel y cuando estaba por asestar el golpe final, el Rey Enmanuel exclamó.- ¡PARAD! Suficiente, Bernard. Has ganado. Auxiliar al príncipe Teriel, la batalla principal ha terminado.- La gente enloqueció y Aledan volteó a ver a su amigo y vio como sus ojos parecían perdidos en la inmensidad. Sabía que Theal no se lo podía creer, que estaba anonadado.- Ven, Theal, se hará tarde y padre se molestará.- el elfo, que miraba como se levantaba herido su príncipe de la arena de combate, reaccionó y asintió con la cabeza al jovencito.
No cruzaron palabras de camino hasta la granja de los Woodgate hasta que llegando, cruzando un pequeño puentecito que se sobreponía a un riachuelo, Aledan le pone una mano en el hombro al elfo que llevaba las riendas del carruaje y le dice.- Venga, Aledan, no estés así. Sé que el príncipe Teriel es un luchador fantástico y lo demostró en combate. Algo debió pasarle, no sé, arena en los ojos o algo.- Pero Theal sabía que no fue eso. Algo debió pasar, algo debió ocurrirle al príncipe para que se distrajese de tal manera.
Pasaron dos días y era el cuarto día del nuevo ciclo del calendario, el cumpleaños de Aledan. Teriel aún estaba algo descompuesto pero se le veía algo mejor. Amaneció ese día y la hermana menor de Aledan, una niñita de 8 años con una cabellera negra larga hasta su cintura, de ojos café oscuro y una rozagante sonrisa, del mismo color en su tez que Aledan, le salta encima dejándolo sin aliento.- ¡DESPIERTA, HERMANO! ¡YA ES TU CUMPLEAÑOS!.- grita emocionada la niña que se levanta encima de él y le da la espalda, dejando ver su lunar que cubría casi toda su espalda, y busca en una bolsa algo. Aledan se trata de reincorporar del golpe de su hermana y tomando aire se quita las lagañas y la observa. Ella saca un pequeño collar hecho con trapitos viejos y un dije que simulaba ser algo que no era.- Ten, esto es para ti. Hice esto usando mi vestido favorito que ya no me queda e hice ese dije con arcilla élfica que me regaló Theal. Es un perro y yo también tengo uno, ¿ves?, simboliza que somos de la misma cuna y nos protegeremos siempre.- dijo la chiquilla pero no era muy coherente lo que mencionó pero a Aledan le daba igual, era un detallazo lo que hizo su hermana.- ¡Gracias, Natasha! Me lo pondré ahora mismo y jamás me lo quitaré.- Y bajaron a desayunar con su familia.
En la cocina estaban sus padres y Theal, sentado bebiendo un vaso de cerveza de maíz. Su padre era un hombre alto, de barba poblada y cabello corto, con cejas bastante habitadas y con brazos bastantes gruesos de tanto arar la tierra. Su nombre era Alednor Woodgate. El señor estaba sentado a la diestra de Theal, conversando mientras devoraba una hogaza de pan. Discutían de aumentar sus ventas en otras comarcas pero al ver a los muchachos bajando las escaleras se detuvieron.- ¡Ey! Pero si es mi muchacho que cumple doce ciclos de vida. Eres ya todo un hombre. Ven, siéntate alado de tu padre a comer un gran festín. Nathalia, sírvele al futuro hombre de la casa su comida favorita.- En la estufa, una mujer de cabello negro y largo, como el de Natasha, hacía un estofado de cerdo y patatas. La mujer no era tan alta como su marido y para nada fornida. Era voluptuosa, Diké fue generoso con ella al concebirle atributos y su rostro le daba calma a Aledan. Ojos oscuros como los de él que penetraban el alma si te miraba directo a tus ojos.- Ya va a estar el estofado, Ale.- Le dijo la mujer con su dulce voz.- Hoy es tu día, mi niño. Felicidades. Te amo muchísimo, nene.- le dijo mientras le daba un beso en la frente, le sujetó la barbilla y lo miró directo a los ojos.- No lo olvides jamás. Eres nuestro orgullo.- le dijo casi susurrándole.- Y tu hermana también.- exclamó mientras subía su tono de voz.
Pasaron unas dos horas hablando y bromeando con Aledan y ya era medio día. Como era costumbre, se llevaba al cumpleañero a un lago cercano a la finca de la familia y pasaban el día ahí.
- Ven aquí, chico. Tengo algo que darte.- se dirigió Theal al pequeño que estaba jugando en la orilla del lago con su hermanita. Caminaron hacia debajo de un roble que había cerca y Theal sacó una manta que cubría algo.- Este es tu regalo, lo compré el día que fuimos a la Metrópolis. Lo mandé a hacer varios días atrás y hace dos días estuvo listo. Espero te guste. No se lo muestres a tu padre en un tiempo porque me mataría jaja.- El paquete era la mitad de Aledan y bastante pesada. Era un envoltorio de lino beige bastante grueso. Aledan lo colocó en el suelo y lo abrió. Ante sus ojos se descubrió una vaina de color azul oscuro con unos símbolos que Aledan reconocía como letras élficas en dorado. Notó que la vaina era de acero en cuanto la tocó. Era una espada de una mano pero un poco más pequeña de lo normal, acorde para que Aledan la blandiera a dos manos. Lo que llamó más la atención del pequeño fue el pomo de la espada que era un azulejo por la forma de la cabeza y los detalles en zafiros. La empuñadora de la espada estaba forrada en cuero negro.- Lo que dice en élfico es “El amor nos dará un motivo”.- le dijo Theal al pequeño que observaba la espada detenidamente.- Vamos, desenváinala.- Y el chico sujetó el mango y la sacó de su estuche. La hoja de la espada era de un tipo de metal que jamás había visto, de un tono verdoso y parecía emanar luz de la misma. En el regazo de la hoja estaba algo grabado en élfico y el muchacho le preguntó a su amigo qué significaba.- “La valentía nos mantendrá vivos” y en el tercio medio está grabado “Y el coraje nos hará fuertes”. Ahora, guárdala y yo la llevaré de vuelta a la casa a escondidas de tu padre y te la daré allá.-
Transcurrió el día y al atardecer sus padres le dieron el último regalo.- Bien, ya estás bastante grande y me he percatado que nos observas cuando montamos a caballo así que te quiero dar el potrillo que nacerá en los próximos días. Será tuyo pero tú deberás atenderlo.- le dijo con firmeza su padre. Aledan estaba demasiado feliz como para poner algún pero, le habían regalado tres cosas geniales y muy significativas desde ese momento para él.- Ya deberíamos volver, está anocheciendo y hay que hacer la cena, ¿verdad, Natasha?.- Le dijo Nathalia a su hija que estaba acostada en su regazo y apenas abrió los ojos para asentir.
Partieron en la carreta tirada por las dos mulas y miraban el ocaso y el cielo se empezaba a cubrir del mar de estrellas que adornaban el firmamento.- Theal, ¿crees que los dioses nos observan?.- Preguntó Aledan al elfo que estaba sentado a su lado con el atadijo en sus manos.- Estoy seguro que sí, Aledan. Ellos siempre miran. Physea siempre nos cuida. ¿Ves cada una de las estrellas en el cielo? Todas son ojos de nuestra madre…
Llegaron a la hacienda y cenaron como siempre lo hacían. Los niños subieron a sus habitaciones y Theal le pasó la espada por la ventana y el niño la guardó alado de su cama, en un cofre que su padre le dio para que guardara sus cosas privadas. Apagaron las velas y Natasha y Aledan cerraron los ojos.
- ¡Despierta! ¡Despierta te digo!.- El muchacho abrió los ojos y vio a Theal agitado, cubierto de lodo.- ¿Qué pasa?.- Le respondió somnoliento el joven.- Nos atacan. Coge tus cosas y sígueme.- Se apartó un poco el elfo y vio a su madre con su hermanita que estaba sollozando, la cargó en brazos y bajaron deprisa. Él sólo tomó la espada que le dio Theal y la cargó consigo a la cocina.- ¿Qué hacemos ahora? No se van a detener por nada y no podemos combatir con ellos, son muchísimos.- dijo llorando Nathalia que ni por eso dejaba de ser hermosa.- No lo sé, Nathalia. Debemos esconder a los niños, es lo primordial. Theal, lleva a Aledan al establo y escóndelo. Ahí sólo hay espacio para uno. Nathalia, lleva a la niña al corral de los cerdos, allí cabrá.- El joven sabía que existían dos escondites en la finca. ¿Pero qué pasaría con los demás?.- Theal, luego de llevar a Aledan al establo súbete al techo, seguro no te buscarán allí. Yo me encargaré de todo. Nathalia, tú vete, corre hacia la ciudad mientras yo los distraigo. Sé que eres rápida.- Y no se equivocaba. La mujer era bastante ágil.- No, prometí ante Diké que estaría contigo hasta el final y si es este el final, que nos lleve a los dos.- El hombre jamás había contradicho a su mujer porque ella siempre tenía razón. Era el cerebro de la relación y él los músculos.- Theal, ve.-
Corrieron hacia el establo. Aledan vio a la distancia fuego que iluminaba el horizonte y sabía que algo estaba mal.
Theal abrió una compuerta en el piso del cobertizo. La trampilla era bastante gruesa pero con rejillas para que entrase el aire. Le dijo al chico que se metiera allí y no saliera por nada del mundo. Cerró la trampilla y para evitar que el chico hiciera algo estúpido le puso una carreta encima. Subió al techo del cobertizo y sólo observó las estrellas. Los minutos parecían horas allí dentro. Sintió pisadas acercándose. Sólo pedía a Diké que fuesen las de sus padres para decirle que todo estaba bien, pero en el fondo sabía que no. Lloraba en silencio mientras escuchaba gritos en un idioma que desconocía. Las voces se escuchaban cada vez más cerca hasta que se situaron encima de él. Discutieron un momento pero partieron enseguida. Los diez segundos más largos en la vida de Aledan. Pasaron dos minutos y escuchó un grito desgarrador.
- ¡NOOOOOOOOOOOO!.- Era la voz de su madre. Intentó con todas sus fuerzas abrir la compuerta pero no tuvo éxito y comenzó a gritar y llorar pero nadie lo escucharía. Así pasó quince minutos hasta que se cansó y sólo lloraba en silencio.
Sintió como la trampilla se abría y vio a Theal. Sus ojos estaban húmedos y se notaba la tristeza de su alma. Jaló al chiquillo de los brazos y lo incorporó en sí.- Ven, chico. Debemos irnos.- Le dijo con voz quebrada mientras se giraba hacia el portón del cobertizo.- No tenemos mucho tiempo y no sé si regresarán.-
- ¿Quiénes volverán? ¿Qué pasó? ¿Dónde está mi mamá, mi papá y mi hermanita?.- enlistó la serie de preguntas Aledan nerviosamente y ansioso por una respuesta.
Theal tomó aliento y miro hacia afuera del cobertizo. Caminó unos pasos hasta estar apenas afuera del establo, se giró y miró a Aledan a los ojos.- Tus padres… han sido asesinados.-"
Espero que hayas disfrutado de mi historia y si algo te agradó o no, déjamelo saber en la caja de comentarios. ¡Hasta la próxima historia!

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