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domingo, 12 de marzo de 2017

Crónicas de los antiguos.- El bosque de las hadas.

¡Hola, mundo!

Me siento bastante feliz el día de hoy por muchísimas razones y una de ellas es que mi historia está gustando y eso me llena.

Los invito a compartirla con sus seres queridos y dejarme comentarios en la caja para saber qué opinan. Siempre son  bienvenidas las críticas para mejorar porque no soy el escritor más pulcro.

Sin más nada que decir, espero disfruten de mi historia.






"Aledan sintió como algo se quebraba dentro de él. El mundo se detuvo un momento y perdió todos los sentidos y sólo lograba recordar la voz de su madre diciéndole que lo amaba. Se resquebrajaba su corazón y el pecho le ardía.


- ¿Q-qué?.- No podía creer lo que su compañero y su única familia ahora le decía.- No mientas, Theal. No juegues con eso.- Negaba de manera inocente el ahora huérfano. A Theal se le notaba cansado de tanto sollozar. Le negó al niño con la cabeza, se acercó a él, se inclinó y lo abrazó.- Quiero verlos, Theal, ahora.- suplicó el niño mientras lágrimas caían como un torrente por sus mejillas.- Necesito despedirme de ellos…-
Theal se puso de pie, se limpió sus ojos con el camisón y rechazó la petición de Aledan.- No. No dejaré que los veas, Aledan. No te hará bien. Dejemos de hablar, debemos partir de inmediato hacia la ciudad antes que regresen esos bastardos.- El niño seguía aturdido por lo que acababa de pasar. Se negaba a irse sin ver a sus padres… o al menos lo que quedaba de ellos.- ¿Qué pasó con Natasha? ¿Dónde está ella?.- Preguntó el niño mientras sacaba la espada de la trampilla.- Los atacantes… la encontraron. Se la han llevado.- dijo Theal con voz temblorosa porque sabía que el niño no lo soportaría. Aledan cayó sobre sus rodillas observando las runas élficas de la espada que caía tendida delante de sí mismo.- ¿Por qué dejaste que se la llevarán, Theal? ¡¿POR QUÉ?!.- Exclamó el niño que se llenaba de ira. El odio lo empezaba a carcomer por dentro y aborrecía a cualquiera que estuviese allí en ese momento. Culparía a los dioses por perder a su familia.- Yo no podía hacer nada, Aledan, tu padre me encargó cuidarte y eso es lo que haré.- Le respondió con frialdad al momento que daba un paso hacia adelante.- Mi padre no le encargaría eso a un cobarde.- Theal hizo caso omiso a lo que había dicho el niño y caminó de nuevo hacia el portón para salir.- Bien, chico. Tú decides si quieres quedarte aquí a ser masacrado o vienes conmigo y tratamos de averiguar quiénes les hicieron esto a tus padres y devolverles el golpe.- Aledan sabía que nadie era culpable salvo los atacantes pero no sabía cómo descargar su rabia. Se colgó la correa de la espada al hombro y siguió al elfo.

Aledan pasea su vista por lo que una fue la granja de su familia y de lo que ahora sólo quedaban cenizas. La finca Woodgate estaba en las ruinas y fue reducida a sus cimientos. Los asaltantes quemaron todo lo que no pudieron llevar consigo. La única edificación que no fue calcinada fue el establo porque estaba un poco apartado del resto de la granja. El ganado fue casi en su totalidad saqueado y los animales que debían dejar atrás, degollados. El chico de doce años y último varón de los Woodgate podía ver los cuerpos sin vida de cerdos, vacas, mulas y caballos a contraluz de las piras llameantes y cómo las sombras se extendían hasta sus pies y danzaban al vaivén de las flamas. Lo que una vez fue un paisaje lleno de vida, ahora sólo era desolación.

Cada tres pasos de Aledan eran una zancada del elfo así que le costaba mantener su ritmo. Estaban a punto de atravesar la valla que marcaba el límite del terreno del difunto Alednor cuando logró diferenciar entre los despojos de los cerdos, un cadáver humano, de hombre, de… su padre. Atravesado por una lanza, el cuerpo de su padre se veía más… pequeño de lo normal. Tendido a un lado de los restos del líder de la familia Woodgate, yacía un bulto con telas aguamarina y lo supo.
Aledan sintió como su estómago se devolvía por su garganta y volteó de inmediato mientras cerraba los ojos dejando caer las dos últimas lágrimas. La imagen de sus padres despedazados lo invadiría en sus pesadillas y lo perseguiría por el resto de sus días sobre Gaia.
-Debemos ir hacia la ciudad atravesando el suroeste de la Arboleda de Dongeng porque los gigantes se fueron hacia el norte, seguramente atravesando la laguna Permulaan.- dijo Theal mientras se detenía y señalaba las direcciones con sus brazos extendidos. El elfo poseía varios dones y uno de ellos era la exploración y por ello se ubicaba con facilidad. 
La arboleda queda a diez minutos andando de la granja. Era un lugar casi mágico, lleno de árboles que se alzaban ocho metros por encima de la cabeza de Theal, con hojas azules como el vestido de Nathalia, la madre de Aledan, un aguamarina lechoso muy suave y con el borde rosa pastel. De la punta de sus ramas crecía un fruto, el Butuan, una fruta muy blanda y dulce, con muchísimo néctar y que su color rosado llamaba tu atención de inmediato. Era un fruto bastante común en Wadraen y muy deseado en Gergadaun. Este fruto si se ingiere en grandes cantidades puede ser letal. La madera de algunos árboles era blanca durante todo el año. Eran pocos. De cada veinte, uno poseía esta característica atípica pero todos y cada uno de ellos cambiaba en invierno y se teñían de blanco bajo el torrencial que cae de la altitud. El bosque estaba habitado por varias especies silvestres como hurones, ciervos, zorros y ardillas. Lo que predominaba en la arboleda sólo se admiraba de noche. Luciernagas. Miles y miles de pequeñas estelas de luz iluminaba cada corredor natural y llena aún más de vida el bosque. Este paisaje es tan especial porque, por el color de su alimento principal, todos los animales adquieren ese tono asalmonado en su pelaje. Las luciérnagas no estaban exentas de esto y brillaban del mismo rosa, como unas hadas. Por eso se le conoce a este bosque como El bosque de las Hadas.
Era un escenario que podría calmar tu alma pero para Aledan fue algo sin importancia. 
Caminaron por las sendas de los bosques, atravesando sin pausa la frondosidad de Dongeng. Estuvieron caminando por unos escasos veinte minutos cuando Theal empuja al pequeño a un lado del sendero y se lanza tras de él tapando la boca de Aledan con su mano y le susurra.- Shh, alguien se aproxima.- el niño no había visto a nadie por el camino pero la visión de los elfos era muchísimo mejor que la de él. En efecto se acercaba a paso galopante una figura errante cubierta por un sobretodo desgastado de color negro pero se notaba el paso del tiempo y todo el sucio que había adquirido. Theal pudo ver que la pieza estaba abierta y dejaba ver la indumentaria de cuero que cargaba encima el andarín que se acercaba más y más a ellos. Su cara estaba cubierta por una caperuza igual de arruinada que su demás atuendo. A medida que se acercaba los detalles de su ropaje se notaban más. Colgando de su cuello, un collar de plata que hacía juego con un cinturón, pendía y brillaba mientras bamboleaba al ritmo de su caminar. A unos escasos dos metros Theal y Aledan se dieron cuenta que tenía un trapo amarrado de su cuello que sujetaba su brazo y tenía una venda con un manchón de sangre. La figura se detiene a un lado de ellos y Theal sabía que conocía su presencia pero no emitió ruido alguno.- Sé que están allí, los vi. Lo que no sé es que hace un niño humano y un elfo a esta hora de la madrugada en este bosque y llenos de mugre.- dijo con su voz tenue y calmada la entidad. Theal y Aledan salieron de los arbustos cabizbajos y observaron a contraluz a la sombra que en ese momento se quitó la caperuza y dejó ver su melena de cabello áureo cabello. Levantó la mirada y sus ojos aceitunados parecieron brillar incluso más que las luciérnagas.- Príncipe Teriel.- dijeron al unísono los colegas que erraban por el bosque.- ¿Cómo es que usted está…? ¿Por qué…?.- tartamudeaba el elfo que no podía completar una pregunta.- Mi nombre es Theal.- dijo mientras se arrodillaba el elfo.- y este maleducado es Aledan.- El niño veía fijo al príncipe que le devolvía la mirada con gesto orgulloso, casi desafiante. El príncipe deja de mirar al chico y voltea su mirada a Theal que comienza a hablar.- es un honor estar delante de su presencia, su majestad.- El elfo le hace un gesto con su mano para que se levante.- No soy un príncipe ya. ¿Cómo gobiernas si no hay nada que gobernar?.- Theal arruga la cara y no lo entendía.- ¿Cómo dice, su majestad? No lo entiendo.- Estaba confundido el encargado de la granja Woodgate.- Luego te enterarás.- Y dio la vuelta dispuesto a irse Teriel.- Espere, señor. Debo agradecerle por lo que hizo por mi familia. Mi nombre es Theal Ogilvie, mi padre fue un cazador y nuestro rey le dio el honor de ser su escudero. Eso mejoró muchísimo nuestra vida porque no era tan buen cazador y había días que no cazaba ni un ratón y llegaba apenado a casa sin nada en sus manos para alimentarnos. Le doy gracias por él y por mí.- El antiguo heredero al trono de Hutan volteó y suspiró.- Ah… bien. No hay ningún problema. Así que eres hijo de Randwolf Ogilvie. Fue un escudero fiel de mi padre hasta el final. Tu padre ha muerto, Theal. Lo asesinaron.- Theal se quedó atónito y no pudo responder a lo que Teriel le dijo.- Igual que el mío. No hay nada para nosotros en Hutan, han arrasado con nuestra ciudad.- le explicó a los dos parados frente a él.- Por eso vine. Por eso estoy aquí. Vine a Bandarnu buscando ayuda para expulsar a los extranjeros de nuestras tierras. Nos atacaron cobardemente hace varios meses. Mi hermana Marsha y yo logramos escapar para retomar lo que nos pertenece. Muchos de nuestra raza fueron cruelmente asesinados y mi padre fue decapitado frente a mí. Yo logré huir y me abrí paso con mi arco hasta que estuve a salvo. Marsha es buenísima con las dagas e hizo lo mismo pero no… no puedo ni imaginar esos niños, abuelos y abuelas que no pudieron hacer nada más que ver cómo las armas los atravesaban. No pude hacer nada, Theal. Sólo huir. Vine a Bandarnu para pedir al rey Enmanuel tropas para enfrentar y hacer frente a los Bárbaros.- ¿Los bárbaros? ¿Así se llaman esos gigantes?.- interrumpió Theal.- Sí, así se llaman ellos mismos. Pocos hablan nuestras lenguas. El rey se negó y lo reté. Le dije que si ganaba un combate uno contra uno contra su mejor luchador me daría las tropas que quisiera pero si perdía me iría y jamás volvería. Le expliqué que como Hutan, Bardarnu caerá. No entendió a razones y me dijo que era imposible, que sus tropas tenían un entrenamiento militar único y jamás habían perdido una guerra. “Tal vez perdamos una batalla, pero a la larga ganaremos la guerra” me dijo. Luego que les expliqué de dónde venían los bárbaros y le conté lo que sabía de ellos se mofó de mí y me dijo que unos salvajes no podrían con la fuerza entrenada de la capital de Wadraen. Yo sabía que podría ganar pero… vi la sangre de su enviado y… recordé lo que pasó en mis tierras. Recordé a mi padre y cómo lo decapitaban. Se aproxima la guerra, Theal. Ya vieron lo que son capaces esos infelices y no se detendrán hasta acabar con todo. Yo encontraré la manera de salvar a los míos y recuperar lo que me pertenece.- Se acercó al niño y se inclinó ante él.- Veo el fuego en tus ojos. Todos vivimos por una razón y a todos nos impulsa algo. ¿Qué te impulsa a ti? A mí el deseo de salvar a los míos. Debes hacer lo que esté a tu alcance para conseguir tu propósito pero jamás sucumbas a la oscuridad porque si lo haces, no hay vuelta atrás.- Se puso de pie y tomó a su etnia por los hombros.- Cuídate, Theal Ogilvie. Te prometo que seremos fuertes de nuevo.- Cubriendo su cabeza con su caperuza, partió hacia el Noreste. Theal y Aledan vieron cómo se alejaba poco a poco y ellos siguieron su rumbo hacia la ciudad de los humanos. 

Bajo el cielo estrellado continuaron su caminar sin nada fuera de lo normal. Empezaba a amanecer y el sol brillaba tras el castillo rojizo de Bandarnu expulsando los reflejos carmesí de sus paredes. Se acercaban a la ciudad y vieron un tumulto de soldados y carruajes, muchísimos. Aledan no pudo contarlos porque eran tantos que no dejaban pasar por el portón de la ciudad. Estando entre la multitud veían a todos llorar. Niños que llamaban a gritos a sus madres y padres, madres que clamaban a los soldados que consiguieran a sus retoños. Padres que exigían justicia al regente de Bandarnu estaban a las afueras del castillo en huelga alzando voz de protesta. No había que decir mucho para entender lo que pasaba y Aledan y Theal lo sabían. Entendían que su granja no había sido la única que fue atacada y que muchísimas otras también fueron objetivo de masacre y saqueos pero de igual manera Theal preguntó para informarse más sobre lo que estaba pasando.
- Disculpe, ¿Qué sucede? ¿Por qué tanto alboroto?.- Preguntó Theal, omitiendo que sabía y lo que le sucedió la noche pasada.- ¿Qué hace tanta gente alrededor?.- el hombre voltea entre gritos y le explica la situación. Muchas comarcas al noreste, nornoroeste, norte y al estenoreste fueron atacadas. Pueblos arrasados al paso de “los gigantes”, como les llamaban todos en Wadraen y estaban allí para exigir al rey que hiciera algo y este no había atendido a sus peticiones. 
Transcurrieron al menos cinco horas y el sol estaba en la cúspide del cielo, Theal y Aledan estaban sentados apartados de la muchedumbre y viendo qué sucedía. Pasaron el tiempo sin cruzar palabras, sólo observando a la distancia y seguramente pensando en sus seres queridos. Ya eran las cuatro de la tarde y Theal, tratando de recomponerse, se pone de pie y limpia su rostro con sus ropas que no estaban más limpias que su cara.- Bien, muchacho. Debemos comer. Acompáñame a buscar algo de comida por allí, seguro algún conocido me ayudará. Muchos me deben favores.- soltando una sonrisa forzada, Theal le tiende la mano al muchacho.- Lo siento, Theal, no tengo hambre. No quiero moverme de acá.- dijo el chico hundiendo su cara entre sus rodillas. Theal lo mira con gesto de pena ya que es sólo un niño y toma aliento.- Ah… Aledan.- le dice mientras se acerca a sentarse a su lado.- sé que es duro. Sé que amabas a tu familia con mucha devoción. Yo también los quería bastante, me ayudaron muchísimo y compartimos mucho. Te contaré algo que me pasó cuando tenía tu edad. Cuando estaba joven, mi padre apenas estaba empezando a trabajar para el rey y estaba fuera de casa todo el tiempo y tomé rencor hacia él por no estar allí para nosotros, mi madre y yo estábamos bien pero se sentía la ausencia de mi padre. Pasó el tiempo y partí sin decirle a nadie, tomé mis cosas y me fui. Sólo me despedí de mi madre y le dije que para mí, mi padre estaba muerto. Los extrañé desde el primer día que estuve en estas tierras. Lo lamenté muchísimo, Aledan, cada día que pasaba me arrepentí pero entendí con el paso de los años que ellos me amaron muchísimo y que eso era lo que importaba. Perdí tiempo valioso con ellos y fui un idiota. Tú los amas a ellos y ellos te amaron con su vida a ti y ahora sólo puedes hacer una cosa: alzar sus nombres. Honrarlos y que desde donde estén, estén orgullosos de ti y de lo que algún día serás. Soy pésimo para dar consejos pero espero que de algo te sirva.- A Aledan no le habían ayudado mucho las palabras de ánimo de su compañero pero sabía que las palabras de ánimo que había mencionado fueron sinceras y se esforzaba por hacerle sentir bien así que se levantó, trató de limpiar su rostro como lo hizo el elfo y emuló las acciones que había hecho el mismo, extendió su brazo y le dio su mano.- Vamos a buscar algo para comer.- le dijo aunque sabía que no probaría alimentos porque no quería comer.

Caminaron hacia las puertas del castillo y Theal habló con un mercader y consiguió 4 hogazas de pan, algo de mantequilla y carne salada. Le dio una al niño y este le dijo que lo comería luego. Esperaron hasta que el sol empezó a caer en el horizonte.
Con el atardecer detrás de ellos y la gente ya exhausta y sentada en el piso, un soldado atravesó el inmenso portón de madera y acero con un pergamino y una trompeta, tocó un par de notas y cesó cuando la gente se levantó a escuchar lo que diría. Desenrolló el papiro y comenzó a hablar.
- ¡Su atención, por favor! Por decreto real y como medida de precaución se delegará rondas de vigilancia por el área limítrofe de nuestro reino y se pondrán puestos de vigilancia en distintos lugares de nuestro territorio así como también torres para cuidar las diferentes comarcar y prevenir cualquier hecho. No obstante, se considera que este ataque fue realizado por ladrones organizados que sólo intentan asustar a nuestro pueblo. Les pido calma, nuestro reino no está bajo ningún tipo de amenaza. Aquellos que perdieron sus bienes en los ataques deberán hacer una carta mencionando qué perdieron y bajo qué circunstancias y llevarla a la Capilla de Justicia de la ciudad y poder demostrar mediante papeles legales la veracidad de la posesión de dichos bienes. Se realizará un estudio de los casos tan pronto como sea posible y se repondrá el 100% de lo perdido pero se deberá pagar una comisión del 10% de las ganancias si se trata de algún negocio. Si se tratase de un hogar, se deberá pagar mensualmente un 10% de lo que gane cada persona que viva en dicho lugar, si una persona no posee un trabajo para poder pagar lo que se exige, deberá contribuir con mano de obra 3 veces a la semana haciendo trabajos para nuestra ciudad. Se les pagará una cantidad y de esa cantidad se les cobrará un 30% mensualmente. No podemos reponer las vidas perdidas y si de algo sirve les doy mi más sentido pésame. Encontraremos a los culpables y haremos justicia en nombre de nuestro amado señor Diké. Aquellos niños que se hayan quedado sin un familiar directo que los cuide, deberán presentarse o ser presentados de inmediato ante el soldado que lea este comunicado para ser trasladados al orfanato Luz del Sol. Que el martillo del Juicio de Diké nos juzgue a todos. Palabras del rey Enmanuel.- concluyó el soldado y de inmediato comenzaron a murmurar todos los presentes y se escuchaba como un zumbido gigantesco. Aledan miró a Theal porque entendió lo que eso significaba. Theal se acercó al muchacho.- Chico, no puedo decir que soy tu familiar directo, soy un elfo después de todo. Deberás ir con ellos porque no habrá lugar para nosotros en la granja, no soy dueño de nada allí y tú eres un niño. Cuando crezcas se te dará los bienes de tu padre pero mientras tanto será del reino y ellos harán lo que les plazca allí. Te quedarás allí y yo iré a verte todos los días, Aledan, te lo prometo pero vete con ellos.- Sin embargo el niño se negaba rotundamente. Sabía que no era un lugar bonito para vivir un niño, ya había pasado varias veces por ese lugar y no le agradaba para nada.- No, Theal, vámonos y hacemos una choza o algo pero no me lleves allí, por favor.- un soldado se acercó por detrás del niño y los miró.- ¿Dónde está el padre o la madre del niño, señor?.- le dijo mientras señalaba al muchacho con una pluma que sujetaba.- El… sus padres fueron asesinados, está bajo mi cuidado. Yo trabajo… trabajé en la granja de sus padres y lo conozco desde que nació.- le dijo mientras agarraba el cabello del niño y lo despeinaba.- Lo siento, señor. Ya sabe que las reglas son las reglas, deberé llevarme al niño al orfanato. Ven conmigo, hijo, hay que hacer fila junto a los demás que perdieron a sus padres.- sujetó al niño por el brazo y Aledan se negaba a ir.- Theal, ayúdame, por favor.- le suplicaba al elfo que caminaba a su lado.- es sólo por ahora, Aledan, te prometo que te sacaré de allí tan pronto como pueda. Iré a verte todos los días, Aledan.- El niño dejó de luchar y se resignó a caminar con el guardia. Llegaron al lugar y había un grupo de 13 niños reunidos, todos lloraban y gimoteaban por sus padres. Aledan se acercó a ellos. Estaban dentro el castillo, cerca del portón esperando mientras los anotaban en una lista para ser trasladados a la casa de niños huérfanos. 
- Buenos días.- dijo una voz que parecía un trueno.- ¿podría hablar con usted un minuto a solas?.- le habló al guardia que cuidaba de los niños. Aledan alertó su presencia y lo observó. Era un hombre cubierto por una túnica negra y un cinturón de oro con la hebilla de un martillo. Poseía una frondosa barba negra con destellos grises por las canas. Su rostro no se podía ver bien por la poca luz que ya reflejaba el sol. Conversaba con el guardia y este le hacía gestos de desaprobación mientras señalaba a los niños. Así estuvieron unos dos minutos hasta que hizo gesto de aceptación con la cabeza el soldado y se inclinó para agradecer el misterioso hombre. Caminó hacia los niños. Los observaba a todos y les hacía preguntas. “¿Cómo te llamas?”, “¿Cómo te sientes?” Y ese tipo de preguntas se repetían una y otra vez y siempre finalizaba con “¿Eres valiente?. Algunos niños hacían caso omiso al señor y seguían llorando, otros lo miraban con cara de pánico mientras respondían a medias las preguntas y la última, confusos asentían meneando su cabeza. El anciano les sonría y les daba una palmada en el hombro. Llegó por fin a Aledan y se inclinó como hizo con los anteriores. Aledan lo miró al rostro y vio sus ojos azules y una marca en la parte izquierda de su rostro. Era un símbolo pero no parecía élfico ni nada que haya visto antes.- ¿Cuál es tu nombre, jovenzuelo?.- Le preguntó mientras sonreía.- Aledan, Aledan Woodgate, señor.- Le dijo respetuosamente el niño. No le infundía temor aquel hombre, se sentía calmado y pensó que era un adulto en quien puedes confiar, eso le inspiraba aquel hombre de la túnica.- Ah… ya veo… y… dime, ¿qué edad tienes, muchacho?.- Tengo doce años, los cumplí ayer.- Atravesaron como un rato todo lo que vio recientemente pero la voz del hombre hizo que se fueran tan veloz como vinieron.- Qué pena. Siempre hay eventos… desafortunados que nos ocurren. La cosa está en tener la fuerza para superarlos.- Lo que intentó Theal con su sermón, este hombre lo consiguió en treinta segundos. Aledan se sentía un poco calmado y  animado.- ¿Cómo te sientes, Aledan Woodgate?.- Pues... me siento bien. No estoy enfermo ni nada por el estilo.- dijo mientras se tocaba su cuerpo buscando algo que estuviese mal.- Jajaja.- carcajeó el hombre.- No me refería a eso. Me refería a espiritualmente.- Aledan lo miró con gesto de confusión porque no entendía a qué se refería y el hombre lo notó.- A ver… me refiero a que cómo te sientes con todo lo que está pasando.- El niño cayó en cuenta de qué quería decir el barbudo.- ah, eso. Pues… estoy triste pero cómo dijo mi amigo Theal “debes hacer que tus padres se sientan orgullosos” así que debo esforzarme por ser alguien en mi vida por ellos y conseguir a mi hermanita, la traeré de vuelta.- El hombre retrocede un poco y se estira cuan largo era y le hace la última pregunta con tono más serio.- ¿Eres valiente?.- el niño no sabía qué responder pero pensó en lo que debía hacer por toda su familia y sobretodo por su hermana Natasha.- Sí, soy valiente.- El anciano sonríe y saca un anillo, estira su brazo para dárselo a Aledan y le dice:- Felicidades, vendrás conmigo.-"

Espero que hayas disfrutado de mi historia y si algo te agradó o no, déjamelo saber en la caja de comentarios. ¡Hasta la próxima historia!

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