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miércoles, 10 de mayo de 2017

Crónicas de los Antigüos- Sueños celestiales.



¡Hola, mundo!

Me di un pequeño break por las ocupaciones que he tenido estas dos semanas, por lo que la edición de mi libro pasó a segundo plano de momento. Buena noticia: Ya completé las 350 páginas de esta primera entrega. Mala noticia: No publicaré el libro en su totalidad hasta no pulirlo por completo. Es decir, el borrador de 350 páginas ya está terminado, pero falta corregir errores de continuidad, y editar algunas cosillas que no me agraden.

Sin nada más que decir, otro capítulo de mi novela. ¡Disfruten!






Transcurrieron las horas y Aledan pensaba. Por su mente pasaban imágenes de su hermana, atrapada en algún sitio; las pesadillas que había tenido desde el asesinato de sus padres y las recientes visiones y nuevas apariciones que se habían mostrado frente a él. Entendió lo que aquel ser le encomendó hacer pero no comprendía cómo era posible o quién le habló a través del cuerpo de Anrie. Su cabeza estaba llena de preguntas y dudas pero algo le decía que debía hacerlo, que tal vez no era su deber pero que alguien debía hacerlo. Veía hacia el cielo desde su ventana, como las estrellas brillaban como diamantes bañados por la luz del sol y la luna las abrazaba mientras adornaban el cielo que, poco a poco, se tornaba naranja. Ya estaba por amanecer pero se sentía sin sueño, descansado y activo. La alborada avanzaba sin prisa pero sin pausa ante los ojos de Aledan. El muchacho decidió salir de la habitación y esperar en la taberna a todo su grupo. Se ubicó en una mesa céntrica, bajó una silla del tablón y la acomodó para sentarse. Todo estaba a oscuras, en silencio y apenas se empezaba a tornar claro el exterior, Aledan miraba a la nada, porque apenas se dibujaban las siluetas de los muebles. Allí estuvo sentado por un rato, hasta que el tabernero bajó y abrió las ventanas y se llevó un susto cuando vio al muchacho solo en la penumbra.

- ¡Demonios, muchacho!.- se acomodó la camisa mientras iba a abrir otra ventana.- Casi me matas del susto, ¿qué haces solo en la oscuridad?



- Eso me pregunto yo…- Susurró Aledan.- Nada.- dijo en voz alta, al fin.- Espero a mi patrulla para partir, no deben tardar ya.- Se acomodó en la silla y se sentó bastante derecho.

- Ya veo. Bueno, eres madrugador como lo soy yo. Y como eres como yo, seguro te gustará comer a estas horas un pan con miel…- Abrió el almacén.- A ver… juraría que dejé uno por acá.- Aledan contuvo una carcajada.- Bueno, da igual. ¿Se te antoja unos huevos revueltos con una tortilla de harina?.- El muchacho asintió porque se le abrió un apetito atroz por estar despierto toda la noche.

Pasaron diez minutos y Samwell bajó y se notó algo de queja en sus movimientos torpes. En el último escalón tambaleó y su aprendiz se levantó como una bala de la silla y le tendió una mano.

- Gracias, chico, pero estoy bien. ¿Nadie se ha levantado?.- Caminaron hacia la mesa que ocupaba el desvelado.

- Sólo estamos tú, el tabernero.- no sabía su nombre así que lo omitió.- y yo. Deberíamos esperar cinco minutos más y si nadie despierta, levantarlos nosotros, porque no podemos retrasarnos.- El tabernero se acercó con un plato enorme lleno de huevos revueltos, tortillas de pan, tarta de fresa y un vaso, enorme como una taza, de jugo de naranja.

- Oh… Lo siento, sacerdote Samwell, no sabía que usted estaba aquí. Déjeme hacerle algo rápido antes de que partan.- Se limpiaba las manos con un trozo de trapo.

- No hay problema, él puede comer de lo mío. Es bastante para mí.- dijo Aledan, y era cierto, no solía comer mucho.- Muchas gracias, señor…- quiso que el tabernero completara su frase.

- Samuel, me llamo Samuel Grayswolt. Un placer, joven Aledan Woodgate.- El aprendiz de sacerdote se dio cuenta de la diferencia entre el apellido del tabernero y el de su hija pero no le comentó nada al dueño de la posada.

- Disculpe ¿cómo sabe mi nombre, señor Grayswolt?.- Preguntó incrédulamente el muchacho que compartía con Samwell.

- Debo conocer a mis inquilinos, al menos cómo se llaman.- Se acercó al muchacho con un gesto de camaradería.- Y aquí entre nos… El sacerdote no sabe guardar información.- le susurró, pero sin afán de que Samwell no escuchase porque estaba a un lado.

- Me pareció justo que el señor Grayswolt conociera quiénes estamos viajando. No es como si fuésemos delincuentes ni mucho menos.- intervino Samwell.

En eso, de las escaleras bajaba Anrie Sunlight, de quien Aledan sospechaba, ya que estaba casi completamente seguro que no era su nombre de verdad. La chica, con señales de agotamiento, cruzó tan rápido como su cuerpo se lo permitió la habitación, sin mirar a nadie, no articuló palabra alguna y atravesó la puerta hacia el exterior. Todos se miraron extrañados pero nadie dijo nada sobre lo que sucedió y el padre de la muchacha sólo les dijo que era una chica extraña. Aledan, quien quería hablar con ella de lo que pasó la noche pasada, esperó dos minutos y dijo:- Quisiera tomar aire fresco y estirar un poco las piernas. Será un viaje largo.

El muchacho, ya fuera del edificio, buscó a la chica con la mirada y la encontró más allá de los carruajes para el viaje, inclinada sobre la barda mirando, como él lo hizo una noche antes, al infinito. Aledan la contempló mientras se acercaba a ella. Anrie vestía un precioso vestido blanco que dejaba al descubierto sus piernas blancas y llevaba su cabellera recogida con un lazo rojo.

- Yo… no recuerdo lo que pasó ayer, Aledan. Todo está muy borroso para mí.- explicó la chica antes que Aledan pudiese decir nada. Sintió al chico acercarse y por eso vociferó esa oración.

- ¿No recuerdas absolutamente nada?.- Aledan se quería referir a dos cosas. Hacía alusión a ese trance y… al beso. Ese beso despertó en él un interés por ella que jamás había sentido antes. Quería abrazarla; tenerla cerca de él; sentir su olor y volver a besarla… “Creo que esto es lo que la gente llama amor” pensó Aledan.

- Sí que recuerdo… cosas. No quisiera hablar de “eso” que sucedió, quisiera que me dijeras qué pasó luego del… ya sabes.- La chica estaba roja como una grosella.

- Luego del… “ya sabes”.- dijo en tono burlón el galán.- tú…- miró hacia todos lados y bajó el tono de su voz.- ya no eras la misma.- se le acercó para susurrarle esto último, usando ese acto como excusa para acercarse a ella y sentir su respiración.

- ¿Otra persona? ¡No juegues! Si siempre he sido yo, Anrie.

- Anrie Sunlight ¿cierto? La hija de tu padre, la única hija de Samuel Greyswolt ¿verdad?.- En tono desafiante, interrogó a la chica.

- Yo…- la chica cambió el lugar de su mirada y ahora observaba el suelo.

- ¿Quién eres realmente? ¿Por qué me mentiste con tu nombre?.- Aledan estaba exaltado y molesto por la mentira, pero nada calmaba sus deseos de quererla. La chica estuvo a punto de llorar porque, como notó Aledan, se sentía culpable.- Disculpa… yo…

- No, está bien. Sé que me equivoqué en ocultar realmente quien soy pero no me gusta que desconocidos sepan mi nombre. Ayer te lo iba a decir… quiero que confíes en mí. A pesar de sólo haber hablado una vez, siento algo especial contigo… Sé que dije que eras como los demás, pero siento que no es así, sé… que no es así. Me llamo Susan y mi apellido es el que me heredó mi padre.- La chica volteó a ver a Aledan.- Discúlpame, por favor.- con lágrimas en los ojos abrazó al muchacho que le correspondió. El corazón del chico latía a mil revoluciones por minuto y respiró su aroma. Impregnado de su olor, recordó la noche anterior y se separó de ella con ternura.

- Tranquila… entiendo tus razones. Ayer… no eras tú misma. Tus ojos se tornaron blancos y tu voz cambió, era como si alguien estuviese dentro de ti y me habló… Un poco más y tú…- Sólo la idea de no tenerla más ahí, con él, le era insoportable.

- Pero… ¿cómo es eso posible? No lo entiendo… ¿Cómo un fantasma?.- preguntó la chica, con un pequeño susto, pero que era notorio para Aledan.

- No lo sé, no tengo respuestas para eso. Es la primera que veo algo así. He tenido visiones extrañas, muy reales pero sé que han estado en mi mente… pero esto se escapa de todo control. No he leído nada parecido, ni de lejos. Si alguien puede saber de eso, es Samwell, pero debo asegurarme de preguntarle exactamente lo que vi. ¿Tú no recuerdas absolutamente nada?

- No… luego de “eso”.- recurrió al tono burlón nuevamente.- sólo recuerdo soñar con una mujer… muy hermosa, por cierto. Era alta, con el cabello dorado y piel blanca, incluso más que la mía. Sus ojos resplandecían con un azul que traería paz al alma más destruida de todas. Me cantaba y contaba historias… las que mi madre solía contarme… me sentí feliz. Luego te vi allí, frente a mí, diciéndome con tu cara de tonto “te desmayaste”.- repitió su tono burlón.- pero me sentí segura… feliz y segura.- Aledan sonreía con lo que le contaba, y a su vez pensaba en la teoría que venía maquinando desde hace unas horas.

- Partiré en unos minutos, Susan.- Le dijo en seco a la muchacha.

- Tú… Yo… no puedes irte. No ahora.- Dijo la chica con aires de aflicción que su enamorado advirtió.

- Debo hacerlo. Créeme que quiero estar contigo, pero el reino me necesita, de igual manera mi hermana.

- Yo también te necesito.- le declaró ella, contemplando nuevamente el suelo.

- Volveré, te lo prometo.

- Los hombres no cumplen sus promesas.- quebró en llanto ella, desconsolada.- además ¿qué pasará si vuelvo a no ser yo misma?.- El chico no había pensado en eso.

- Yo creo que, lo que sea que pasó, fue por mí.- dijo lo primero que se le vino a su mente para tratar de calmar a la chica. Es mejor que me vaya en este momento, seguro tú estarás bien… Susan, hay algo que debo contarte…- la chica secó sus lágrimas y con las manos de nuevo en la cintura le contestó.

- ¡¿Qué?! ¿Que tienes una novia en tu ciudad?.- Los celos parecían brotar de sus poros. Aledan no pudo evitar sonreír porque le parecía algo gracioso y tierno pero volvió a ponerse serio.

- No, nada de eso. Es algo bastante serio.- la tomó de las manos.- El reino está bajo ataque. Bandarnu no resistirá mucho. Debes irte, por favor, escóndete. No quisiera que nada malo te sucediera.- El chico realmente estaba asustado por lo que pudiera pasarle a su nuevo amor.

- Entonces ¿por qué no me llevas contigo?.- le dijo la chica soltándole las manos.

- No sabemos lo que pasará con nosotros. Estamos en una misión donde tal vez podríamos morir y no tomaré ese riesgo para ti. Estarás más segura aquí, pero si sientes algo, lo más mínimo, vete.- El chico volvió a sujetarla de las manos.

- ¿Volverás?.- preguntó la chica, mirándolo. Esas eran sus intenciones, volver a buscarla y estar con ella, pero sabía que había una posibilidad de que no fuese así o no encontrarla a ella.

- Sí.- se limitó a decir.- Volveré a por ti, pero si no he regresado y corres peligro, vete que yo te encontraré.- Se acercó a ella, sujetó su mejilla.- nos volveremos a ver pronto.- y diciéndole esto la besó. Pareciese que él fuese un experto en las artes del amor pero estaba yendo a ciegas en un terreno donde conocía nada, dejándose llevar por su sentir. Se entrelazaron en cariño y afecto, sus corazones latían al mismo sentir y así estuvieron por pocos segundos hasta que Aledan escuchó su nombre. Samwell lo llamaba. Se separaron de inmediato y predijeron que era el adiós, lo sabían.

Aledan caminó hacia la posada donde, en la puerta, estaba Samwell, el capitán y el resto de soldados que completaban el batallón para el viaje.

- Ya debemos irnos, casanova.- dijo el viejo Samwell.

Con pesar, Samwell se despidió de Samuel Greyswolt y su hija, su nuevo amor, y se montó en el carruaje para dejar la ciudad atrás. Con un apretón de manos y las gracias le dijo adiós al tabernero, que a pesar de no haber hablado mucho, sabía que era un buen sujeto, y con las ganas de un largo abrazo, se limitó a hacer un ademán con su mano para decirle hasta pronto a la hija del dueño de la posada. Mirando por los agujeros del carruaje vio como el mismo atravesó las vallas del pueblito y supo que dejaba la Villa Oasis a sus espaldas junto con su gente, junto con Susan. Su cabeza estaba llena de incógnitas, sentimientos y querencias. Por un lado tenía lo que él denominaba como visiones, sueños llenos de palabras y siempre una figura, que apenas empezaban a coger un poco de sentido pero ¿por qué a él? No era un sujeto especial ni superior a los demás; por otra parte, pensaba en lo que él llamó “posesión” y que no era casualidad, aquel cambio en Susan y lo que esa extraña voz había vociferado no era más que por él, sabía que sucedió por él; a todo esto que no entendía, estaba también el recuerdo de su hermana y la misión que él mismo se colocó y que poco había hecho para cumplirla, no podía evitar ese sentimiento de culpa por dejarla a su suerte por tanto tiempo y sentía un poco de resentimiento por Samwell que no le ayudaba en su labor; y entonces, en su pensar, se le sumaba ahora lo que empezó a sentir hace pocas horas por Susan Greyswolt y no podía sacársela de la cabeza y llevaba consigo el peso de una promesa que quería cumplir.

La caravana de soldados surcó las planicies de Wadraen a buen ritmo, sin detenerse en ningún momento. Las horas del día transcurrían como un trueno para Aledan, que buscaba una razón a todo pero que sus conocimientos no lo ayudaban en nada. Samwell estaba en el mismo carruaje que él. Leyendo libros antiguos, como de costumbre, el anciano no había ni mirado a su alumno en todo lo que llevaban de trayecto ese día. Se animó a explicarle todo lo que había venido ocurriendo, y para su sorpresa el sacerdote habló primero:

- ¿Qué te pasa, muchacho? Te noto perdido, como en otro mundo.- soltó esa oración mientras miraba por encima del libro que leía. Aledan pensó por un segundo, quería explicar todo bien y quería respuestas concretas de cada uno de los eventos.

- He… tenido… visiones. Desde que los Bárbaros atacaron la granja de mi familia, he visto en mis sueños cosas, y no es como si fuesen sueños… los siento muy reales.- El sumo sacerdote de Bandarnu lo interrumpió.

- ¿Qué tipo de sueños?.- parecía desinteresado en la conversación porque seguía ojeando el libro.

- He tenido pesadillas donde veo morir a mis padres…- Samwell volvió a cortar lo que decía su aprendiz.

- Eso es normal, Aledan. Fue un evento traumante en tu vida y no lo has procesado aún.

- ¡No!.- Elevó su tono de voz, haciendo que su acompañante bajara el libro y lo mirase fijamente. Ya tenía toda la atención del viejo.- No es eso… yo lo creí por un tiempo, pero en esa pesadilla que se repitió muchas veces, siempre pasaba lo mismo: un hombre se paraba a mi lado y me decía que actuaba… su voz parecía real, o al menos no parte de la pesadilla. Luego comencé a soñar con mi pequeña hermana y un león dorado… “El tiempo se acaba” me recuerdan.- El sacerdote cerró su libro, y por fin prestó atención al muchacho. Aledan no continuó con más detalles, quería que Samwell le diese alguna explicación y si esas explicaciones tenían relación con lo que él pensaba, era casi seguro que tuviese razón.

- Tú sabes que en la biblioteca del inicio existe un área prohibida para ti, sin embargo yo he visto libros que contienen secretos y anécdotas más allá de tu comprensión. En uno de estos libros, uno de los volúmenes de “Grimorios de otro plano”, hablan sobre algo llamado “sueños celestiales”, explicando que es una manera, un medio por el cual deidades hablan con mortales. Este conjunto de libros hablan de muchísimas cosas de los dioses, y como ya conoces, tienen prohibido el contacto con cualquiera de nosotros… Si alguno está tratando de contactarte, debes prestar a lo que te dicen.

- ¿Sabes quién escribió esos libros?.- preguntó el chico, que tenía ahora muchísimas dudas más.

- Su origen es desconocido. Estos ejemplares los conseguí en mi estadía con los Kaserdanes, y ellos me dijeron que los encontraron en el desierto implacable, en los Baldíos de Padang. Quien sea el autor, no les tiene mucho cariño a los dioses. Se expresa de una manera furiosa sobre ellos, pero sí que conoce de ellos, porque las cosas que redacta tienen mucho sentido.

- ¿Crees que un dios se esté comunicando a través de sueños conmigo? ¿Por qué?.

- Hasta donde sé, existen cuatro deidades que nos formaron y dieron vida a toda Gaia, pero los libros hablan de la existencia de otros entes, seres con una fuerza por encima a la de nosotros, pero muchísimo menor a la de los dioses. A diferencia de nuestras deidades, ellos no tienen un reglamento que seguir. Debes tener cuidado, porque capaz no sea un dios, sino uno de estos seres que quiere apartarte de tu misión. Si es el caso de un dios el que te habla a través de sueños, eres afortunado… penosamente el libro habla de las cuatro deidades como seres impredecibles, donde su comportamiento no tiene razón, así que no podría decirte porqué motivo lo hacen.

- Ahora que me dices esto… creo que sí es un dios. Ayer, luego que todos se fueron a dormir, yo salí a tomar aire y tuve una especie de visión… de alguna manera se sintió muchísimo más real que las otras veces. Sé que no me dormí, estoy seguro que no lo hice, sin embargo pasaron cosas extrañas… Un anciano me habló y me dijo que el tiempo se acababa. Creo que me están advirtiendo sobre mi hermana, que debo apresurarme a rescatarla, Samwell.

- El libro dice claramente que los dioses tienen prohibido poner un pie en Gaia… No sé cómo es que podría haber sido una deidad, si no fue un sueño.- meditó Samwell.

- ¿Los dioses pueden poseer a las personas? ¿Pueden, de alguna manera, controlar a un mortal?.- Una mueca de fascinación llenó el rostro del anciano, quién se rascó la patilla y respondió lo que pensó.

- El libro no habla de nada similar… Al no poder tener contacto con un mortal, una deidad no podría “poseerla”, ya que estaría entrando en su cuerpo y controlando su mente. Pero hay otro libro, fuera de ese conjunto que habla de supuestas “posesiones demoniacas”. Es un texto que relata múltiples formas de invocar demonios, pero ninguna sirve. Lo sé porque lo he intentado para corroborar su veracidad… La obra narra que un demonio puede poseer a una persona si esta se encuentra débil. Define la debilidad de un mortal como: cuerpo dañado y cansancio, o tristeza e ira. Tendríamos que saber cómo se encontraba el anciano, pero es probable que al estar viejo, una posesión de un “demonio” sea más factible.- explicó el anciano. Esto podría explicar ese evento, pero dejaba el capítulo de Susan abierto ¿por qué, entonces, fue Susan afectada? No se veía débil. Aledan creyó que los momentos fugaces de tristeza abrieron la puerta a un demonio.

- Luego que ese anciano me hablase, me encontré donde me había recostado antes. ¿Tiene algún sentido? Sé que no me dormí, pero ¿por qué me levanté en el lugar que estaba antes?.- Le comentó Aledan a su mentor.

- Estamos yendo a ciegas, tú y yo, con poco conocimiento sobre el tema. Debemos ver todo esto como una investigación y sacar nuestras teorías. En mi humilde opinión, basándome en lo poco que conozco sobre el tema, el demonio te atacó. He leído que estos seres tienen… “poder”, por llamarlo así, e incluso la capacidad de lastimar a personas a través de otras, poseyéndolas. Hizo algo que te hizo desmayar y te colocó en el mismo sitio.- razonó Samwell, que tanteaba las opciones. El chico miró hacia el horizonte por una de las rejillas del carromato.

- Eso no fue lo único que sucedió anoche, Samwell.- El muchacho volvió a mirar a su acompañante que lo interrumpió.

- Sí… lo escuché todo.- Aledan se sorprendió muchísimo. Sus ojos se abrieron como dos platos.

- ¿En serio? Y entonces ¿por qué no ayudaste?.- comentó el muchacho, un poco molesto.

- ¿Ayudar en qué? Te escuché cuando estabas en la habitación con la hija del tabernero, pillín. No te puedo culpar, es bastante linda. Queda muy bien contigo, por cierto.- El chico se sintió avergonzado y se sonrojó.

- ¿Qué? ¡No! No pasó nada entre nosotros. Bueno, sí, pero eso no es lo importante.

- ¿Ya ves? No te avergüences del amor, Aledan.- Bromeó Samwell.

- ¿Podrías parar? Esto es serio.- la cara del muchacho cambió radicalmente al recordar el traumatizante evento.- Anoche… Susan entró a mi habitación… estuvimos charlando de un montón de cosas… con lo que dijiste acerca de la debilidad de las personas y la posesión demoniaca gracias a esto, ella estuvo triste por momentos, pero luego se le veía muy fuerte y contenta. Presencié algo que jamás se borrará de mi mente… ella ya no era Susan, su voz había cambiado y me hablaba. Las cosas que me dijo tenían relación con lo que he pasado… ese ser sabe de mi vida, me ha seguido hasta el día de hoy. Me pidió cosas que, a pesar de no ser totalmente claras, pensando un poco cobran algo de sentido. Pero Susan… ella estaba sufriendo. Su cuerpo parecía romperse con la presencia de ese ser dentro de ella.- el sacerdote volvió a internevir.

- Recuerda que los demonios pueden herir tanto a sus recipientes, como a la gente que los rodea.- agregó Samwell.

- No… no creo que haya sido apropósito. Creo que la fuerza de este “ser” era tan poderosa que su cuerpo no iba a poder contener esa energía que yacía en su interior.- El chico, sentado, se inclinó un poco hacia delante para acercarse a su compañero de travesía y su mentor.- Me dijo algo que aún resuena en mi cabeza: “Las estrellas siempre miran”.- repitió esa oración mientras la imagen de la muchacha y la voz del ente estaban en su cabeza.- me dijo antes de irse… Entre las cosas que dijo, también anunció que era la tierra… Ya sé que sabes a lo que me refiero, o a quién. Theal, hace muchos años, antes de llegar a Bandarnu, me dijo que la diosa Physea era la representación de la tierra y naturaleza, y que sus ojos eran las estrellas del cielo… ¿Es posible que ella me haya hablado? Yo estoy casi seguro que sí.- no le comentó sobre el anuncio del primogénito corrompido que le dio la imagen.- Lo presiento.

- Yo… tiene mucho sentido lo que dices, Aledan. Pero debemos refutarlo con los escritos. Yo, sabiendo lo que sé, te digo que es imposible… y ten mucha precaución que no estés yendo a una trampa por una fuerza oscura. Ahora debemos concentrarnos en terminar esta misión para luego ir en búsqueda de tu hermana. Si la ciudad sigue defendiéndose para cuando retornemos, sacaré todos los libros referentes a estos temas y los estudiaremos para saber qué fue lo que sucedió realmente.- Aledan no se sentía más calmado por las promesas que le había hecho Samwell, porque sabía que, como dijo el anciano, el tiempo se acababa.



Durante el resto del día, el muchacho quiso tocar de nuevo el tema, para completar todas las teorías que surgieron, pero su mentor rechazó su insistencia, para hablar de otros temas que para él, eran de más importancia. Así pues, pasaron el día conversando de las posibles estrategias para tratar de defender la ciudad, a pesar de no conocer nada de batallas. Sin embargo, Aledan no podía apartar su mente de todo lo que había pasado recientemente: su cometido para con su hermana; las misiones que esos seres le habían encomendado; la labor del reino que caía poco a poco en desgracia y la nueva promesa de retornar con su primer amor, con su querida Susan.



Espero que hayas disfrutado de mi historia y si algo te agradó o no, déjamelo saber en la caja de comentarios. ¡Hasta la próxima historia!

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